sexta-feira, 3 de setembro de 2010

A chegada do Moisés - 3 de setembro

Estou muito feliz, meus avós Isabel e Angel chegam amanhã. Desta vez sim vou conseguir ouvir a voz deles, estou com 25 semanas e minha audição está bem desenvolvida!
Eles vão trazer meu primero berço, é um cesto de vime usado por duas gerações de crianças da familia. A historia está ainda incompleta...não falam de mim ...


                                                                                                                         Morón, enero de 1961

Acunando sueños

Ya en el mimbral soñaba con llegar a canasto.

El día que me seleccionaron y cargaron hacia lo que luego supe era una cestería fui bailando de júbilo. Me propuse que mis varas fuesen más flexibles que las de mis compañeros.

Me dejaron secar y un buen día dos manos habilidosas comenzaron a tejerme con vigor. Algo me decía que no iba a ser un canastito cualquiera. Mi entramado es demasiado fuerte y grande.

Me relajé para que mi elasticidad aumentara. Pronto supe que mi ilusión se cumpliría, algo bello estaba naciendo en mí. Parece que mi vida futura tendría un cometido importante; mucho después comprobé que consistía en algo que ni me había atrevido a soñar: Precisamente, mi labor es acunar sueños.

Pero no saltearé etapas.

De aquel entretejido fue surgiendo lo que hoy soy, una cuna portátil, un moisés.

Muchas veces desde mi árbol había observado a las campesinas cargando sus pequeños hijos en nidos ambulantes.

Un día soleado, mientras disfrutaba viendo a mi tejedor, comprobé que fabricó dos asas y me dio por terminado.

De un brinco aterricé en un carro sobre una montaña de sillas, canastos de diferentes tamaños, reposeras y objetos nunca vistos. Así pude descubrir donde se dirigía Jesús con su cencerro atado a las crines. El matungo, caballo viejo si los hay, arrastraba todos los domingos semejante armatoste por las calles, mientras mi dueño silbando chamamés lo guiaba, ¿o era Jesús quien los hacía?

Desde entonces empecé a frecuentar la ciudad de Morón. Hoy creo conocer todo Buenos Aires.

Salíamos cerca de las once de la mañana y regresábamos alrededor de las cinco. Volvíamos al trote y muchas veces creí caerme aunque siempre me salvó la pata de algún banquito.

Un día de mayo, una señora salió apurada de la casa de su hija. Nos detuvimos. No hizo más que verme y me eligió.

_ Mi hija va a tener familia sabe, quiero éste, es tupido y resistente _. Siempre intuí mis dotes. Y me compró nomás.

Ella cosió mi primer traje verde agua, color de mi origen. Se llama Ana y sus manos continúan tejiendo.

La hija saltaba de alegría, no se le había ocurrido que su niña durmiera en una cesta. El marido aprobó la idea sin sorprenderse, en Galicia era común.

En 1961 comencé a trabajar. Aunque lo mío es tan placentero que dudo en llamarlo trabajo.

Nunca más tuve sobresaltos. Siempre me movilizaron con especial cuidado.

Madó, fue la primera beba que recibí. La recuerdo como si fuese hoy. Rubia, de grandes ojos claros, dulce y tranquila.

Debutamos todos, era nuestra reina. Mi primera habitante, primera hija, nieta y sobrina. Hoy es médica y una estudiosa astróloga. En esa época empecé a gustar del sonido de la guitarra y me inicié en la música clásica y española.

Tuve un breve descanso hasta marzo de 1963. Lidia y Emilio me llevaron a Tapiales para acoger a Milín, su primer hijo. Entonces me inundé del salero andaluz y de muñeiras gallegas.

Ese año no paré porque Lury y Manolo decidieron encargar a Patricia, hermana de Madó. En agosto de 1963 estrenamos un nuevo hogar. Desde que la escuché acunarse supe que tendría una voz de cielo. Hoy es cantante. Con ella, descubrí nuevos sonidos de la voz humana y de la flauta, que me recordó cuando se posaban en mí los pájaros del sauzal.

Años después, Patricia accedió a que continúe cuidando a pequeñas y deliciosas personas, porque con Hugo tuvieron dos hijos: Ailin que nació en 1990 y Julian de 1994. Dos seres maravillosos a los que casi no escuché llorar. Mientras los cobijé reviví el cimbrear de mis tallos.

Mi vida es así, una eterna música. Transcurre entre arrorrós, canciones y risas, sueños, balbuceos, palabras suaves, lágrimas de emoción y perfumes de bebés, agradables o no tanto, siempre tan similares. Las otras lágrimas, las de hambre o dolor son las que me permiten descansar, porque rápidamente me liberan de mi carga.

Luego me invaden períodos de olvido y desnudez. Me aburro en el altillo, sólo frecuentado por muñecas o arañas que copian mi trama para tejer sus telas.

Entonces me dedico a recordar historias: abuelos disputando parecidos, ojos asomándose curiosos, brazos trayendo y llevando a la NUEVA VIDA, mamás temerosas ante hermanos traviesos que desean subir hasta mí para compartir mi calor...

Por suerte mis ocios son breves, parecería que la tarea no tiene miras de acabar pues quienes yo albergo encuentran un refugio que les asegura un buen futuro.

Recuerdo a Pablo. Nació en octubre de 1967, orgullo y dicha de Miguel y Martha, único continuador, hasta la fecha, del apellido Iglesias. Sus preciosas hermanas: Lorena, noviembre de 1970 y Natalia, febrero de 1973, también acudieron a mí. Hoy los tres hermanos son personas de bien y completaron estudios fascinantes. Junto a ellos me deleité con el folklore de mi país, ritmos de moda y como siempre, la música clásica.

Los hijos de Isabel y Ángel también gozaron de mis servicios. En junio de 1973 llegó Cinthia, pájaro migratorio, vive en Brasil dedicada a la música. Tres años después, en marzo nació Sergio, perfecto como una escultura griega. Daniel se demoró un tiempito, nació en octubre de 1983. Bellas criaturas que me trajeron aires de Brasil, negros spiritual, soplos de melodías judías, el rock, con Daniel, y la más variada música clásica de todo el mundo.

En un vértigo albergué a Stella Maris, amiga íntima de Madó.

Cuando creí que llegaba mi fin, una nueva generación de bebés me necesitó. La historia continúa: Mis primitivos habitantes y sus amigos tuvieron hijos.

En enero del 94, la sobrinita de Hugo y Patri deseó dormir donde lo habían hecho sus primos: Ailin y Julian. Emilia, hija de Nora y Fabián es muy hermosa y coqueta. Sus hermanitos no me conocen porque cuando nacieron vivían en Holanda.

Con Grisel cambié de estilo. Tiempos ciudadanos me hicieron gustar del tango. Hija de Anita y Marcelo. Grisel, reina del Plata, ilumina con sus ojos-faroles y baila al ritmo de la guitarra que interpreta su papá, contagiando alegría de vivir.

En 1998 acuné a Carolina, cuyos papis, Adriana y Rafael son cantantes. Otra vez la flauta, con Adriana, y bellas voces me alegraron el alma.

La amiga de siempre de Patricia, en mayo del 99 tuvo a su tercer varón y la eligió como madrina. Santiago es fuerte, inteligente y creció a tal velocidad que no llegué a cobijarlo ni cuatro meses. No sé si cada generación viene más grande o Cecilia y Alejandro encontraron una fórmula original.

Octubre de 1999. Una nueva capa blanca de esmalte me preserva, tal vez me estoy achicando, ya perdí la cuenta de cuantas me cubren, luego vendrán días de espera para que se evapore el olor a pintura y nuevamente me envuelvan en volados, moños y puntillas, casi siempre verde pálido. Aunque, recuerdo que también fui blanco, celeste cielo y una vez le pidieron un rayo al sol y lucí amarillo. Confieso que preferiría exhibir sólo mis varillas trenzadas pero ya comprobé que a las mamás les gusto así, disfrazado. ¿Se avergonzarán de mi naturaleza?

Ya no viajo en carro, vaya saber por donde anda Jesús. Ahora me trasladan en autos y trenes.

Tengo la experiencia de un adulto aunque por suerte no envejezco, los niños que refugio me contagian de NIÑEZ.

En octubre del 99 me vistieron para Atuel, hijo de Diego y Ana Clara, ahijada de Manolo y Lury. Mis entrañas de varillas se agitan de emoción.

Estoy preparado, sé que cumpliré mi misión, no soy profeta pero he conducido a través del amor y la música a quienes visitaron mi pequeño escenario y creo que si llenan sus vidas de melodías serán libres y felices.

Nuevo milenio.

Atuel me dejó, dormía incómodo, se puso tan grande... ¿Deberé despedirme ya?

Tiemblo. Hoy a la mañana escuché una buena nueva que Miguel les comunicaba por teléfono a Manolo y Lury: Pablo y Anabel van a tener un hijo. La rueda de la vida continúa; parece que mi tarea no acaba, ¿seré eterno?

El futuro abuelo estaba feliz y la abuela Martha reía tanto que descubrí de qué manera anhelaban un nietito. Los gritos de júbilo y felicitaciones de este lado de la línea estremecieron mi alma de canasto y una duda me inquietó: ¿querrán contar conmigo?

Mejor será preguntarles directamente, me dije, por eso decidí escribirles esta carta.

Queridos Anabel y Pablo:

Enterado de que serán padres, tengo el agrado de ofrecerles mis servicios para acunar a vuestro hijo o hija. Soy digno de crédito. La familia grande: parientes y amigos, como la sangre, recorren mi corazón entrelazándose en mis primitivos juncos.

Los informes los puede brindar el futuro papá, a quien supe contener.

Sin más, me despido con ilusión a la espera de una respuesta favorable.

                                                                                                        EL MOISÉS ~ 7 de febrero de 2000



Diciembre de 2009

Hola Moisés, me escuchás Moisés? Uyyy !! me parece que te quedaste demasiado dormido durante casi 10 años y ya no recordás cómo son los murmullos de un bebé que está en la panza de su mamá, como estoy yo…

Moisés…soy Lucas, el bebé de Jimena y Sergio. Sé que me faltan dos meses para cambiar de cunita: escuché que en febrero debo salir al mundo y que dormiré dentro tuyo. También escuché que sos mullido, tibio y muy coqueto pero a pesar de eso, te confieso, estoy muy preocupado ¿sabés por qué? Porque me gusta mucho mucho estar en la cunita de mamá.

Moisés, hoy que estamos todos de fiesta: ¿nos contás tu historia? Dale Moisés, contame que quiero hacerme tu amigo. Soy Lucas, ahora si me escuchás?

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